Como os comenté, nuestra intención era comprar productos de
primera necesidad para hacerlos llegar al centro de acogida de refugiados en el
que se ha convertido lo que iba a ser una residencia de ancianos, que han
terminado de construir rápidamente para poder ponerlo en marcha como centro de acogida,
en el pueblecito de Botiz, al norte de Rumanía. Ayer sábado mi hijo y mi nuera
se desplazaron al centro para saber qué necesidades tenían y comunicar nuestra
aportación. La sorpresa de la persona encargada del centro, el padre Nicu, fue
mayúscula; no esperaban semejante regalo. Les explicó que la situación es muy
difícil y cambiante. Hay una organización que se encarga de enviarles
refugiados, y ellos no saben con seguridad cuántos van a llegar cada día.
Primero fue un grupo de estudiantes de medicina. Después una familia, luego
otra. Cuando escribo esto, acaba de entrar una nueva. La gente del pueblo se ha volcado desde el
primer momento, llevándoles productos de primera necesidad. En este momento
están surtidos, aunque no pueden saber cuánto les durará. Sin embargo, hay
necesidades que no saben cómo cubrir porque la mayoría de las donaciones son
materiales (alimentos, ropa…). Pero ¿cómo pagan el recibo del gas? Os confieso
que yo tampoco lo había pensado: ¿os imagináis lo que debe ser tener cubiertas
las necesidades de mantenimiento de la residencia con los que iban a ser sus
usuarios y, de pronto, doblar o triplicar su capacidad y la subida de las
facturas? O ¿cuántos vasos, platos y cubiertos hacen falta más? ¿Y las sábanas
que hay que lavar y secar cada vez que se marcha un grupo? Mirad, les comentaba
algo que ha sido muy significativo para mí: la gente les llevaba pan, pero de
poco sirve tener un montón de pan hoy y ninguno mañana. El dinero en efectivo
no lo aceptan, pues quieren evitar malas interpretaciones. Les propuso que
fueran a la panadería cercana y allí pagaran el pan que consideraran. Ellos se
encargan de retirar el pan necesario. De esa forma se aseguran que cada día
tendrán en la mesa el pan que necesitan y no más. Porque todos, allí y aquí,
queremos asegurarnos que nuestra ayuda llega. Y, de igual forma, las cuestiones
económicas quieren llevarlas de la forma más clara posible. Nos propuso, al ser
una cantidad importante, ingresar la donación en la cuenta de la parroquia para
que los gastos sean conocidos por la comunidad de forma transparente. Y poder
hacer frente así a las facturas. Por supuesto dijimos que sí. Además de pan, ¡queremos
que tengan agua caliente, calefacción (a día de hoy la temperatura allí es de 3° -6°), que la comida esté caliente y las
lavadoras puedan funcionar! Podrán de esta forma, gestionar el dinero, según
vayan surgiendo las necesidades e ir reponiendo aquellos productos que se vayan
terminando.
Y hoy, domingo, han realizado un acto en el comedor del centro, en el que nos dedican palabras de agradecimiento. Con los vídeos que nos han enviado, hemos hecho un resumen con la intención de trasladaros la efectividad de la entrega y su gratitud. Veréis que a la izquierda aparece un grupo de niño/as; son niños del pueblo de Botiz que se unen de forma muy emotiva al acto. Aunque el acto se desarrolla en rumano y ucraniano, principalmente, hay dos lenguajes que todos entenderemos: uno es la música y el otro, y de forma significativa, el idioma de las emociones (podréis verlas en el vídeo). Veréis que en la pantalla que se ve en la pared, aparecen los dibujos con los que nuestros niño/as envolvieron sus donaciones. Me gustaría que se lo enseñarais a ello/as, para que también vean que sus dibujos llegaron. Al final del vídeo, mi hijo habla en español y lee el texto que desde aquí les enviamos.
Además, os añado un enlace al facebook del centro, cuyas imágenes os llegarán al alma.
Sólo puedo deciros ¡GRACIAS A TODO/AS!
Alicia Márquez Villar
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